El 4 de mayo se publicó esta maravilla de libro titulado Se te oscurece el pelo, un artefacto literario de cuya elaboración he sido testigo, y que me ha fascinado desde el principio.
¿Y qué hay en él para que me guste tanto? Pues está la sensación de aventura infantil de paseos por huertas y solares cuando acaba el día, fiestas patronales, pueblos, descampados, la zozobra enigmática de la infancia, el entusiasmo descabalado de la adolescencia, la torpeza de las primeras experiencias amorosas, el desaliento de la transición a la vida adulta; la madre, la hermana, las tías, las amigas y los compañeros de trabajo. Pero no penséis que hablo exactamente de costumbrismo: para mí, lo que hace único este libro es el modo en que los textos se jalonan aquí y allá de descripciones super certeras de estados mentales indefinibles, la manera en que el presente y el pasado se imbrican, las voces se transfieren, aparecen imágenes oníricas e indescifrables como emblemas -incluido un ejercicio de utilización del ars memoriae de los romanos, que me deja sin palabras. Y sobrevolándolo todo, un tono pacífico que solo puedo definir como piedad: una piedad entrañable y nada condescendiente hacia los personajes, y hacia la propia narradora.
Lo dejo aquí, aunque me desharía en más halagos. Para rematar -quizá hubiera valido para explicar todo lo anterior- el dato definitivo: el libro es obra de María José Hasta. Por favor, no os neguéis la experiencia de leerlo.
Javier Aquilué
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