¡DE QUÉ ME VALE AHORA PRESUMIR!

Emotivo concierto de Julio Iglesias en Lisboa

Fue un sábado largo, desperté antes de lo normal para ser fin de semana y salí de casa con un solo objetivo, llegar pronto al Altice Arena para observar bien toda la previa del concierto de Julio.

Lo bueno de todo esto es que no tengo que decir quien es Julio Iglesias, ni glosar mínimamente su carrera, si hay alguien que no sabe quien es, posiblemente haya estado en una cueva los últimos 50 años, tantos como lleva de carrera y lo cual es el motivo de su actual gira, conmemorar toda su obra.

Pero volvamos a mi arranque, entre las nueve de la mañana y el concierto pasaron bastantes cosas, fui a comer a Ti Natércia (recomendación espectacular) y durante la comida entraron dos españolas a grito pelado diciendo que habían reservado mesa el jueves. Al final se quedaron sin comer y el resto nos quedamos mirando un poco avergonzados ya que casi todo el mundo en Portugal tiene al español como un ser directo y con pocos modales, con detalles así parece que tengan razón.

Después del mejor bacalao que he comido en mucho tiempo, tocó dar una vuelta por el barrio y aprovechar el último fin de semana de fiestas (las fiestas aquí duran todo el mes de Junio), y luego, por fin, volver a casa, última pincelada e ir sorteando personas en el metro hasta llegar al recinto. Era en el Altice Arena, donde hacen todos los macroconciertos de Lisboa, desde Iron Maiden, Roger Waters o Ed Sheeran. Entradas agotadas y la capacidad… no tengo ni idea, pero un pabellón a rebosar de gente.

Os lo tengo que confesar, llevaba detrás de un concierto de Julio Iglesias mucho tiempo, pero nunca me había venido bien por unas cosas u otras, así que en esta ocasión tiré la casa por la ventana, zona VIP, a tomar por culo. Entre medio famosos y pijos españoles, ahí estaba yo, aguantando la risa y tomando nota del panorama. Copas de champán, sonrisas falsas y cara de pocos amigos cuando veían a la gente del fondo colarse entre los primeros espacios. Estaba en mi salsa.

Empecé a ver banderas de España y me dije mentalmente, “no me jodas, han llegado hasta aquí, con lo tranquilo que se está en Lisboa”. Aquí no se ven banderas y ahí pocas manifestaciones nacionalistas, así que todo ese barambán se me había olvidado.

Por supuesto durante el concierto hubo varios gritos de Viva España, a lo que Julio respondió con un “Y Viva Portugal”, dando rienda suelta a un discurso en el que se declaraba portugués y español, ganándose el aplauso de todos para después cantar ‘Un canto a Galicia’. Pero no os he contado el arranque del concierto, he perdido facultades en esto de escribir crónicas. Salió la banda, arrancó con la parte instrumental de ‘Amor, amor’ y cuando me quise dar cuenta Julio estaba en el centro del escenario, como si fuese un mago.

Sus bamboleos, sonrisa eterna, mano en el pecho y confesiones tan excéntricas como graciosas: “Yo antes, hace años, me gustaba hacer el amor antes de los conciertos, luego lo tuve que dejar para después porque sino no llegaba y ahora si solo lo imagino tiene que venir una ambulancia”. Otra: “Esta noche si bailan un tango les prometo que van a ir al ginecólogo”. Genio y figura.

Al principio un pitido se coló entre los altavoces y Julio tuvo que parar el concierto para preguntar al público si lo escuchábamos bien, a sus 75 años no perdió el temple en ningún momento, incluso estuvo más simpático que en otras intervenciones, lo cual ya es difícil. Un espontáneo intentó animar la situación con un sonoro “Te queremos, Julio”, a lo que él respondía “Ya lo sé que me queréis”. Pues sí.

Julio nunca se caracterizó por una gran voz, o por unas canciones arrolladoras, sino por ser Julio y eso queda reflejado en temas como ‘Me olvidé de vivir’ (Punto álgido del primer tramo del concierto) o ‘Hey’, tal vez la canción más aplaudida.

Tuvo algunas versiones como ‘Can’t help falling in love’ en la que me fijé que había muchas hijas acompañando a sus madres, los abrazos cómplices y las lágrimas fueron el núcleo de su concierto.

Yo no paraba de mandar mensajes, de hacer fotos, estaba viendo a Julio Iglesias, joder. El concierto duró un poco más de dos horas pero se me pasaron como cinco minutos. El final, apoteosis, un medley en el que parecía que todo valía y en el que la canción central fue ‘Me va, me va’, otro resumen de su filosofía de vida. Se fue con una ovación atronadora mientras los músicos daban otra vuelta a la canción.

Me faltó que tocase ‘El bacalao’ o ‘Soy un truhán’, tal vez la música sonaba demasiado bien que podía llevar a pensar en algo enlatado… pero… qué más da, salí del Altice y la sonrisa todavía no se me ha quitado.

A ver, y ahora, que me centre, entonces la lista era: Escribir un libro, plantar un árbol e ir a un concierto de Julio Iglesias, ¿no?

 

PD: Mini reportaje de SIC Noticias

 

Antonio Romeo

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