LA NOCHE QUE DORMÍ AL LADO DEL CAMP NOU

Estoy demasiado cansado para escribir, una y otra vez regresa a mi cabeza la frase: «Debería haberme pedido fiesta en el trabajo»; pero no lo he hecho y aquí estoy, de nuevo en Lisboa, completamente agotado tras un fin de semana en Barcelona.

Intento hacer un resumen en mi cabeza y no lo entiendo. Y en parte eso es lo más bonito. Fui a ver el primer partido de liga del Huesca en el Camp Nou y no logro encontrar más excusa que esta: Al final va a resultar que soy del Huesca, quién me lo iba a decir.

El acceso vía aeropuerto fue relativamente sencillo para lo que estoy acostumbrado. Luego ya se complicó con un pequeño retraso en el horario y la señora que tenía a mi izquierda que no paró de toser durante todo el viaje y amagar con varias arcadas. Menos mal que el viaje es corto, cerré los ojos, me puse música y esperé llegar lo antes posible. Eso y observar la sonrisa forzada de las azafatas compensó lo desagradable de mi compañera de viaje.

Después, la confusión al volver a una ciudad tras un par de años de ausencia, todo es lo mismo y a la vez todo es distinto. Permanece ese dueño del kebab cerca de Sants que me saluda, pero no tengo claro que se acuerde de mí, eso sí, el tipo saluda, así que bien por él. Pero espera, que yo venía aquí para hablar del Huesca.

Vi un cartel anunciando el partido y mandé varios wasaps.

Las respuestas variaban entre el «qué loco estás» por la paliza del viaje Lisboa – Barcelona y el cachondeo en plan «Arranca uno de recuerdo».

Lo siguiente fue localizar el sitio donde me alojaba (al lado del Camp Nou) y pensar en mis posibles movimientos. Hice un contraataque rápido en mi cabeza, el cuerpo ya me pedía descanso, pero entré en un bar a pedirme una cerveza, durante el tiempo que tardé en beberla decidí ir a ver un concierto a la Sala Apolo. ¿Por qué? Pues porque sí, si nada del fin de semana estaba teniendo sentido, qué más daba añadir una cosa más a la lista.

No haré crónica, me estoy quitando de ese tipo de situaciones, vuelvo a tener capacidad de disfrute de un concierto sin tener que pensar en qué voy a escribir después. Resumiendo muy rápido, el concierto muy bien, el grupo The Black Angels.

Al día siguiente, sí, con cierto dolor de cabeza tuve que organizarme. Algo en mí me decía que podía perder el avión para volver a Lisboa. Así que empecé a pensar como salir del campo, poner rumbo al aeropuerto, hacer chek in… Y mientras iba pensando eso vi a un tipo con la camiseta del Huesca.

— Aúpa Huesca.
— Ahí, ahí, aúpa.

Sentí un resorte y decidí entrar en un bar a tomar una cerveza. «Que le den a organizar la vuelta, si pierdo el avión, lo pierdo, ya vale».

— Ponme una jarra de cerveza.

El bar era una vieja tasca regentada por un chino (Manolo) y llena de parroquianos. Hice lo que hago la mayoría de las veces en los bares, escuchar.

— ¿Huesca? Ojo que igual dan susto.
— Manolo, Manolo (al camarero) que esos a los que sirves y van de azulgrana son extranjeros, ¿lo sabes?, Manolo, Manolo.
— ¿Qué?

— ¡Que son extranjeros!

— Somos.

En el momento que salió de mi boca ese «Somos», dije internamente «Mierda, por qué no me quedaré callado». El tipo se acercó a mí, olor a Varón Dandy, pelo patrás, andar chulesco y mirada burlona.

— ¿Cuántos os caen hoy?
— Eso es lo de menos, hemos venido a disfrutar.
— Tienes razón.

Palmada (fuerte) en la espalda, risa y regreso con sus «amigos». A los cinco minutos vuelve y me deja esto al lado de la cerveza diciendo «A la primera invito», y después un pequeño guiño con el ojo.

Miré al fondo, uno de sus amigos se estaba sacando la dentadura, revisando y recolocando varias veces para encontrar la posición. En ese momento debería haber notado algo de peligro pero tan solo se me ocurrió decirle al dueño del pin que parecía estar muy acostumbrado a ese tipo de bolsas. El hombre se rió, yo seguí bebiendo cerveza y al cabo de un rato desapareció sin dejar rastro. El pin sigue conmigo.

Ahora sí, puse rumbo Camp Nou, control de seguridad, «Puedo abrir la mochila», «Abre, abre, hoy no llevo bombas». Cambio de gesto y apertura de todos los bolsillos.

— Esto no se puede meter. (Se refería a la pasta de dientes).

Con gesto de resignación, agarré el bote y lo tiré en la papelera más cercana. Otro control, giro de derechas y ya, el Camp Nou. No era la primera vez que estaba pero impresiona un espacio tan grande solo para ver fútbol. Bajé varios escalones, pregunté y me di cuenta que mi sitió estaba casi casi pegado al corner izquierdo en la banda de banquillos.

«Hostia, lo voy a ver de puta madre». De nuevo fotos, vídeos, y ronda de Wasaps en los que se destacaba la pasividad que prestaban los asistentes al ambiente. Totalmente ajenos a la sentir oscense, tratando el partido como un mero trámite más. Contraste total con un hombre que tenía a escasos metros gritando Viva Huesca y Viva España.

— Viva Huesca.
— Viva.
— Viva España

— Y la Virgen del Pilar

Con esa otra frase otro cambio de gesto y otro hombre que perdí de vista. Mejor. Luego llegó Gregory. Gregory fue mi compañero de partido. El hombre sentado a mi izquierda, a mi derecha estaba la escalera de acceso. Gregory era de Ucrania y había ido de propio a ver el Barça.

— Yo he venido a ver el Huesca.

— ¿Cómo se pronuncia?

Y tuve que hacer lo que ya había dicho antes en el chino con unos hooligans ingleses, explicar como se pronuncia Huesca, «It’s similar to West Ham», «Oh, West Ham, ok», «Similar eh, similar, Hueeees ca».

En fin, la puta risa.

Arrancó el partido y casi sin enterarme marcó el Huesca. Gol, gol, mecagontodo, gol. Me puse de pie, puño en alto y los jugadores celebraron el gol cerca de mi posición. Uno de los del peto naranja se acercó a mí y me pidió por favor que me sentará. Tan solo estaba de pie con el puño levantado, iba vestido y ni siquiera había gritado. A mí lado, por contraste estaba la grada de animación azulgrana que no paraba de saltar, bailar y moverse por todo el fondo. Con la mirada le intenté hacer ver al hombre del peto que ni una cosa ni otra. El me respondió con otro gesto que llevaba implícito un «yo hago lo que me mandan».

Me senté y Gregory me dijo que yo era un «Very lucky man» pero yo le dije «Estamos jodidos Gregory, too son for the goal, nos va a caer la del pulpo». Y así fue. Del resultado bastante se ha hablado ya, pero haciendo valoración, datos a destacar:

  • Vi a Messi, el campo se calla cuando agarra la pelota, juega a otra cosa, lo mejor sin duda, algo así como ver a Los Rolling Stones.
  • Un partido con diez goles es algo fuera de lo común.
  • El Huesca llegó a ir ganando varios minutos, incluso aguantó de forma decente hasta el descanso.

Y mientras iban metiendo un gol tras otro yo le decía a Gregory, «6-3 it’s ok» y él me contestaba que creía que iban a marcar más. Dembelé se acercaba a sacar corner y yo gritaba «Ya vale» y Gregory se reía.

Final de partido, saludé al ucraniano y me marché de forma acelerada al aeropuerto. Tras un par de horas de vuelo llegué a Lisboa contento, con una paliza encima pero contento

El regreso a la rutina de Septiembre es lo que tiene, que puede romper la fantasía que uno se ha montado durante el verano, pero por lo menos se ha dado la cara y mientras se caiga así se puede decir con orgullo que uno es del Huesca.

Un último dato antes de despedirme, hoy he ido a trabajar con la camiseta del Huesca que me regaló Orencio y la opinión generalizada en el trabajo era que sí, que es una locura pegarse semejante viaje para ver el Huesca, pero merece la pena. Incluso un par ya me han dicho que como pueden conseguir camisetas de ese equipo tan molón.

Espero seguir informando. Ya veis que estoy bien, en plena forma. Un abrazo.

Antonio Romeo

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