LA INTERRUPCIÓN DEL SUEÑO

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El mito de Tordocop

En los años noventa, Huesca sufrió una plaga de estorninos.

El tema fue bastante serio y se convirtió en uno de los principales problemas de la ciudad.

En el Diario del Altoaragón llegaron a hablar de 700.000 estorninos, algo alucinante, pero al comprobar los datos con otros medios de comunicación he visto que en El País, donde también se hicieron eco del fenómeno, utilizaron cifras de 100.000.

En cualquier caso, demasiada ave para tan poca ciudad.

Su refugio favorito era el parque Miguel Servet, pasar por esa zona se convirtió en todo un reto, aparte del ruido que generaban, inundaban todo con una ingente cantidad de excrementos.

El Ayuntamiento utilizó varios sistemas con el fin de ahuyentarlos, humo, fuegos artificiales, cazadores dando batidas por las tardes… Ninguno de ellos fue del todo efectivo, los animales huían, pero solo de forma temporal.

Investigaron sus costumbres y movimientos, se celebraron jornadas científicas para lograr una solución, y una de las conclusiones que sacaron fue que la mejor opción como método de lucha contra estos animales era utilizar la técnica de interrupción del sueño.

Para llevarla a cabo y puesto que ya lo habían intentado con distintos elementos sonoros, se decidió dar un paso más allá y crear la figura de un autómata.

El encargado de realizar el robot fue Julio Luzán, conocido por haber fabricado a la calabaza Ruperta para el programa Un, dos, tres de TVE.

Su forma humanoide se basaba, según el propio Luzán, en que los pájaros tenían muy interiorizada la figura del cazador. Disponía de sonidos de alarma, luces, y simulaba disparos en distintas direcciones, con el fin de que los pájaros no se acostumbrasen a él.

Lo alzaron a unos veinte metros del suelo, en medio del parque, como un espantapájaros moderno, equipado con motor, escopeta y altavoces; pronto se convirtió en la atracción de la ciudad.

La gente acudía en masa a verle en plena acción, cazador, cazador, gritos, escopetazos… Sin habérselo propuesto el Ayuntamiento había creado una de las figuras de la ciudad.

En una época pre Internet, este autómata, que la gente bautizó como Estorninaitor o Tordocop (Los estorninos también son conocidos como tordos), traspasó fronteras, interesó a particulares, instituciones, ayuntamientos, y cómo no, a los medios de comunicación.

Tal fue la fama que en una de las ocasiones requirieron a Tordocop y su inventor, Julio Luzán, para un programa de TV en Antena 3, tuvieron que desmontar el autómata, y posteriormente trasladarlo a Madrid, lugar donde se realizaba el programa. Durante su ausencia se instalaron las figuras de dos halcones, a modo de cometas, sostenidas por unos cables de metal. Desconozco si los halcones cumplieron su función o no.

Lo que está claro es que Tordocop resultó efectivo, tanto que al año siguiente se instaló una segunda unidad en la otra punta del parque.

Al poco tiempo y debido a su alto coste en temas de mantenimiento, 580.000 pesetas (unos 3.500 euros), junto con el coste propio de los robots, 930.000 pesetas (5.500 euros), hicieron que el Ayuntamiento se replantease su posición en la lucha contra los estorninos.

Ese coste, al final, hizo que fuesen retirados, en la actualidad se encuentran medio escondidos en el centro de observación de la naturaleza, una zona de reciente creación dentro del parque al que tanto protegieron.

El Ayuntamiento debería alzarlos de nuevo, aunque ya no espanten a los tordos. Ahora existen otros métodos mucho más efectivos porque las aves han evolucionado y cada vez es más complejo asustarlas, pero es divertido mostrar que hubo un día en el que Tordocop parecía una buena idea y alguien decidió seguir adelante con ella.

Las dos unidades de Tordocop en la actualidad. Fotografía sacada de visitarhuesca.com

Las dos unidades de Tordocop en la actualidad. Fotografía sacada de visitarhuesca.com

Es bastante complejo de explicar pero me apetece pensar que a mediados de los años noventa hubo un atisbo del hombre moderno en Huesca, una mezcla de tecnología, aislación, excentricidad y miedos.

Por fortuna, nuestro aparato digestivo aún no se ha mimetizado con el de los tordos.

Voy a revisar mis patrones de sueño.

Antonio Romeo

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