Ella insistió en quedar en la peor zona de la ciudad, la que está rodeada por el Burger King, un chino, la cámara de comercio, un hotel de cuatro estrellas y la policía autonómica.
Y eso que los dos vivíamos bastante lejos de allí.
Me quería poner a prueba. Estoy seguro. Sabía que llevaba una temporada más crispado de lo normal y creo que hacía lo de quedar allí para seguir con el juego, a ver hasta dónde aguantaba. Además, ella siempre llegaba tarde, dejándome unos minutos solo en el territorio, observando toda la plaza con miedo.
“No entiendo por qué seguimos quedando aquí”.
“Es la mejor zona de la ciudad, ¿no lo ves?”.
¿Qué? ¿La mejor? Para mí era la peor con bastante diferencia pero no lo sabía argumentar. Simplemente era una mierda. Y punto.
Todos los días la misma rutina. Llegar a esa zona, los sudores fríos, el microclima… Había algo allí que no funcionaba bien. Fui a google en busca de salvación. Analicé la zona. Y lo tuve claro.
Conecté los puntos conflictivos y apareció, como una revelación.
Esa zona era una zona prosatánica. Igual teníamos que avisar a Iker Jiménez. Especial Milenio Tres desde el Burger King. Estremecedor.
Imprimí las fotos y se las llevé a Lucía al día siguiente. Dentro de una carpeta y yo sonriendo como un auténtico cabrito. Esta vez no hubo sudores ni malestar. Estaba dentro de la zona del caos con la puta verdad dentro de una carpeta. «Iker, sí, soy yo, lo tengo, lo vamos a petar».
“Lucía, cariño, creo que ya no tenemos que quedar más por esta zona”.
“Ya estás otra vez con tus historias, que esto tampoco está tan lejos de nuestras casas”.
“No, no, verás, he descubierto algo, creo que esta plaza es parte de un ritual satánico”.
Bueno, Lucía no se tomó muy bien la frase, ni las fotos, ni mis sesudos argumentos de: pentágono = belcebú. Ahora que lo pienso igual hasta tenía algo de razón. El caso es que ella no estaba de acuerdo, incluso me rebatió. Me dijo que habíamos cenado cientos de veces en el Burger King, que cuando necesitábamos algo con urgencia íbamos a los chinos, que en el hotel ese se había casado su hermana y le parecía un sitio muy romántico, que la policía nunca está de más en ningún lugar y que la cámara de comercio… pues algo de bien haría, ¿no?
“Son el cúmulo de fuerzas, cariño, que luchan por tener la hegemonía karmica del lugar. ¿No querías estudiar algo de fen shui? Joder, esto es puro fen shui, sa-tán, más claro, agua”.
Y así seguimos discutiendo un buen rato. Y bueno, que pasamos una temporada un poco mal por culpa de mi descubrimiento. Me sentía tan incomprendido como Nikola Tesla. No, ahora sabía lo que habría sentido Nikola. O algo así. No lo sé.
El caso es que yo quería que todo volviese a la normalidad, al instante anterior a mi descubrimiento satánico masón. Pero no sabía cómo. Mientras, iba sintiendo la tristeza de Lucía en aumento. Y me asusté.
Empecé a pensar en sus argumentos.
Era cierto, en el burger king habíamos estado cientos de veces, nos encantaba ir allí a cenar, el tema de los chinos… pues muchas veces nos habían salvado la papeleta, sí, lo de la cámara de comercio ni me lo planteaba y mucho menos la policía. Ya está, tenía que encontrar un sitio más romántico que ese hotel, decírselo a Lucía y empezar a quedar allí.
Un lugar sin pentágonos, pirámides ni cartabones. Recorrí toda la ciudad varias docenas de veces.
Si ya me la conocía al dedillo esto me ayudó a convertirme en un experto. Y en uno de esos paseos, e igual que la otra vez, tuve otra revelación.
Una tienda de trajes de novia al lado de una armería. Estaba claro que ese era el lugar más romántico de la ciudad solo por el hecho de que los dos establecimientos seguían abiertos, resplandecientes y pegados uno al otro. Cuando parecen la antítesis. Gasolina y fuego. Ahora con su traje, de regalo, un kaslashnikov modelo asalto. Era perfecto.
Entre risas se lo dije a Lucía, le dije “he descubierto el sitio más romántico de toda la ciudad”. Y bueno, pues que tuvimos otra discusión.
Esta fue más seria.
Pero también nos recuperamos.
Ella tiene bastante paciencia conmigo.
El caso es que ahora, sin saber muy bien cómo, quedamos en otro lugar.
Y yo me encuentro bastante mejor.
Antonio Romeo