DIARIOS DE LISBOA (6)

Explicarse sobre lo que uno ha sido y lo que ha hecho es difícil y extraño, sobre todo si no hay testigos para corroborar puntos concretos.

Estoy tratando de contar a ciertas personas algunos de mis actos pasados y no paro de ver gestos que se mueven entre la incredulidad y la sorpresa.

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La noche Lisboeta te puede llevar a sitios como este

En el fondo lo entiendo. Hasta a mí me resulta extraño verme vestido de power ranger, de bailarina, perseguido por un perro, colgando una pancarta gigante en el balcón de mi casa u organizando una exposición en casa
Pero bueno, este texto tiene la función contraria, explicar lo que yo veo a quienes más o menos ya me conocen un poco.

Por primera vez en quince años he vuelto a ir a un peluquero. El encargado de cortarme el pelo es una persona muy tranquila (quizá demasiado), experto en dar conversación sobre lo que sea a cualquiera que entre en su negocio. A reseñar: cuando estaba terminando con uno de los clientes entró un hombre a pedir dinero y toda la tranquilidad desapareció. Fue un ciclón de diez segundos, lo echó de la peluquería y regresó el hombre calmo.

Como cada vez hace mejor tiempo, muchos días después de trabajar pillamos unas litronas con algunos compañeros de trabajo y nos acercamos a algún mirador. El ambiente que se forma y las vistas son increíbles. Ahí he conocido al Txirulas, un personaje bautizado por uno del club de la litrona, que da la sensación de estar totalmente pasado de vueltas y a la vez en un estado de felicidad pura. Eso sí, siempre lleva una flauta o una armónica, la cual toca de forma aleatoria y sin ningún criterio, dejando al personal un tanto desconcertado.

Nota: Txirulas en vasco creo que signfica flauta.

También estuve en una asociación cultural asentada en un bloque cinco pisos, hacen conciertos, exposiciones, charlas, tienen zona de bar… Me hice socio durante un año por el módico precio de un euro pero no sé donde dejé el carnet, así que tendré que regresar.

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Me sigo fijando en el portugués como masa. Les gusta mucho la apuesta, en muchos bares puedes echar la quiniela y el euromillones mientras te tomas una cerveza. Además de las apuestas, otra cosa que les encanta son los centros comerciales. Creo que ya he pisado tres. Son gigantes y siempre están llenos de gente.

Todavía me falta pisar el Centro Comercial Colombo, que es el segundo más grande de Europa o algo así. Todo el mundo que ha estado me dice que eso no es sensato.
Yo quiero ir como observador internacional a ver de qué va eso.

Quizá me mude dentro de poco, estoy buscando casas por zonas más concurridas y que no dependan tanto del transporte público. Los autobuses tienen un sistema de viaje que me sorprende. Ya me ha pasado más de tres veces que en mitad del viaje el conductor para, dice que se ha terminado el servicio y obliga a todo el mundo a bajarse. No hay alternativa ni autobús esperando fuera, cada uno debe buscarse la vida.

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Euromillones + Alcohol, el combo de la destrucción

La semana que viene es Semana Santa y creo que aquí hacen alguna manifa de eso. Intentaré documentarla pero creo que se me van a acumular los actos. Pretendo ir a Sintra, al partido de fútbol Belenenses – Oporto y seguro que de aquí al jueves me proponen otras tantas actividades.

Seguiré reportando.

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