El próximo sábado 20 de abril, tendrá lugar en Huesca ROMERÍA Y DESENGAÑO, donde se presentarán cinco procedimientos, cinco maneras de abordar el acervo de la música popular.
Las tonadas de Lorena Álvarez y su Banda Municipal que partiendo de la tradición musical asturiana, plantean nuevas derivas contemporáneas; la revisión y transmutación del folclore de La Alcarria en bluegrass que practican Los Hermanos Cubero, el reimaginario country de Lac La Belle, la zanfoña cósmica y cinemática de Adrià Grandia o el espíritu pirenaico, free y libreimprovisador de NERTAM, parecen influidos por aquella máxima de Eugenio d’Ors que sentenciaba “En arte, lo que no es tradición, es plagio”. Sin embargo, lejos de secundar el aforismo, todos ellos logran mediante cinco estrategias distintas, rodearlo, cuestionarlo y, a veces, subvertirlo.
ROMERÍA Y DESENGAÑO se completa con un pequeño mercado agroecológico, un torneo de juegos tradicionales, entrega de premios con jamón y vino incluidos, una sesión vermú y otras sorpresas.
ADRIÀ GRANDIA
Adrià Grandia nació en Sant Fruitós de Bages, 1981. Escogió la zanfona como instrumento y la música como lenguaje. Actualmente compagina las actuaciones en directo, mostrando tanto las posibilidades sonoras de un instrumento pretérito, como colaborando con diferentes formaciones de estilos diversos (Santi Picó, Astrud, Col·lectiu Brossa…)
«Porque lo viejo es lo nuevo
y lo culto popular,
y yo ya lo he comprendido
y yo me llamo, y yo me llamo Adrià.»
La letra de Lo popular, canción de Astrud incluida en su álbum Lo Nuevo (Elefant, 2010), retrataba a Adrià Grandia quien además participó en el disco como zanfonista.
Adrià en solitario nos invita a redescubrir los matices producidos por la zanfona, un polifacético instrumento medieval que en sus manos, adquiere una dimensión cósmica y cinemática. Desde el canto gregoriano recreado con la técnica del loop, la improvisación de una Allemande del Renacimiento, hasta las composiciones originales del propio Adrià Grandia.
«Y por eso
gira la manivela del instrumento,
y gira sin miramientos,
y por eso el dejarse llevar.»
LAC LA BELLE
Lac La Belle son Jennie Knaggs y Nick Schillace, un dúo originario de Detroit, Michigan, que yuxtapone la música rural americana grabada en las primeras décadas del siglo XX y la decadente estética asociada al cinturón industrial estadounidense, inmerso en una profunda crisis durante los últimos treinta años. Así, la tradición es reimaginada, o quizá simplemente continuada, con una combinación rustico-futurista de acordeón, ukelele, mandolina, banjo, dobro, y vocales. La instrumentación se hace eco de otra era, pero es empleada para hacer música del presente.
Estarán presentando su último lanzamiento, Bring on the Light, un álbum en el que combinan cuidadas armonías vocales, brillantes juegos instrumentales y, ante todo, canciones de rotundo potencial lírico con el que capturan desde anécdotas íntimas hasta pasajes de la historia norteamericana, con especial énfasis en las de su ciudad. Lac La Belle capturan así el espíritu a la deriva de su país, desde viejas cabañas de madera de la América profunda hasta las habitaciones de la más urbana y desarrollada.
NERTAM
José Grima y Pedro Mari Martí son NERTAM un proyecto que combina lo «ancestral» con lo «actual», aventurándose por caminos poco transitados y cargados de sorpresas. Músicos de amplio recorrido, algo característico de su propuesta es que sumergen el folclore tradicional de espíritu pirenaico en la improvisación libre y experimental. Cabe destacar el despliegue instrumental que llevan a escena, salterio, gaita de Auvernia, dulzaina… que utilizan a su antojo y sin prejuicios.
LOS HERMANOS CUBERO
El eco musical popular de La Alcarria, de donde ellos proceden, se alía con el bluegrass de Kentucky, cuna de uno de los artistas que más reconocen que ha influido en su música, el mandolinista Bill Monroe. El otro pilar que sustenta el sonido de Los Hermanos Cubero se encuentra en la influencia del folklorista segoviano Agapito Marazuela. Les gusta denominarse “Cordaineros”, un concepto bautizado por ellos mismos como respuesta a los dulzaineros, que tocan la dulzaina.
LORENA ÁLVAREZ Y SU BANDA MUNICIPAL
Tan simples como eficaces, las canciones de la asturiana están llenas de alma, de espíritu verdadero y mensaje certero, y se quedan grabadas antes de decir Amén. En un acto muy poco común estos días, Lorena reivindica la tradición cultural de una manera muy clara: la canción popular, aún sin poder obviar el hecho de estar en pleno siglo XXI. Quizá de ahí la clave de su acogida, de la curiosidad que ha despertado y de la rápida conexión que ha conseguido con el público (llano e ilustre, Nacho Vegas o Julieta Venegas se declaran entre sus cada vez más numerosos seguidores).
Tras agotar existencias de la maqueta “La Cinta” en una semana, publicó un esperado debut firmado con su nombre y apellido, y titulado brillantemente “Anónimo” porque sus canciones, dice ella, son de todos. Registros como la jota -en sus diversas variantes-, los romances, el pasodoble, la música sefardí o, sin ir más lejos, las verbenas de los pueblos, son la influencia de unas composiciones sorprendentes.
Son canciones que querremos cantar en casa, en una plaza, en el campo y en la playa. Porque de la misma forma que, cuando tenemos que contar nuestras historias más embarazosas y comprometidas, se las endosamos a “un compañero del trabajo”, nos encantará cantar sin ninguna vergüenza estas historias de irrepetibles noches en vela, infidelidades, traiciones y egocentrismo.