DIARIOS DE LISBOA (1)

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Algunas de las vistas de mi nuevo barrio

Ahora vivo en un sitio donde se escucha un gallo cada mañana. Las casas de alrededor tienen un punto rural, los caminos son eso, caminos, y apenas están asfaltados. Aún así me encuentro, casi, en el centro de la ciudad, pero dentro de una urbanización un tanto recóndita.

Para salir a la calle tengo dos opciones, puedo salir por el piso principal o por el sexto que también da acceso a la misma pero en otra altura, es un poco raro de entender, sobre todo si eres como yo, que me pierdo en una baldosa.

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En el poco tiempo que llevo aquí, si tuviese que resumirlo de forma breve y críptica diría: Educación, amabilidad, mucha luz, tranquilidad, baldosines, sopa y alguna cuesta. Ah, y cultura, mucha cultura, cada día me encuentro con un nuevo espacio cultural, sala de exposiciones, conciertos… Hay muchísima oferta, pero mi primer objetivo es encontrar una cierta estabilidad.

Creo que ya os lo comenté pero lo que más me ha llamado la atención y también lo que más me ha gustado, ha sido mi rebautismo portugués. Aquí manda el apellido de la madre, por tanto, a efectos legales soy António Fernández. Los dos primeros días me costó mucho reaccionar cada vez que me llamaban por mi nuevo nombre.

Todo esto me lleva a reafirmar que ahora, en este país soy otra persona, y a la vez no paro de encontrar (dentro de los españoles que voy conociendo) copias, ya sea de actitud o físicas, de otras personas que ya conozco. Esto me ha llevado a pensar que quizá en el concierto de Domador, cuando me lancé en plancha al público, tal vez me golpeé la cabeza contra algún muro y ando en coma, por eso la asociación de actitudes y cuerpos. Una de las frases que recuerdo con más fuerza de esa noche fue cuando le dije a María José “Esto es como asistir a tu propio entierro”. En fin, regresando al experimento de observación, me resulta fascinante ya que esto solo me ha sucedido con los españoles.

Tengo dominado el transporte público (para mí es un logro). He cruzado varias veces la ciudad y como táctica para conocer gente estoy usando la repetición, es decir, regresar a los mismos sitios donde me han tratado bien para así lograr cada vez una mayor conversación y confianza. De este modo probé uno de los licores típicos (lo siento, no me quedé con el nombre), me permitieron deber dinero o simplemente me indicaron donde estaba el supermercado más cercano.

Quizá lo que más esfuerzo me ha costado, hasta el momento, ha sido hacerme socio de la Cinemateca. Y no ha sido un esfuerzo sobrehumano, simplemente es que no conozco el idioma y las personas encargadas de tramitar el alta solo falan portugués, además habría que añadir que hice la gestión fuera del horario indicado, pero como he dicho antes, la amabilidad forma parte de la ciudad. Me llevaron a las oficinas de la última planta y en medio del lost in translation logré hacerme amigo de la Cinemateca, con lo cual ya tengo un poco de ocio asegurado.

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La Filmoteca de Lisboa

Que la gente te ayude de forma desinteresada está muy bien, pero a veces se exceden un poco, el tercer día intenté sacarme una tarjeta de transporte y una señora, que debe trabajar ahí, se acercó para guiarme por todos y cada uno de los pasos. Tuve que decirle con toda la amabilidad del mundo que le agradecía el esfuerzo pero que ya volvería otro día. Lo que yo quería era intentarlo solo pero me pareció demasiado brusco decírselo. Ojalá todos los problemas sean esos.

En mi mudanza del hostal a mi actual casa vi la fachada del palacete que se ha comprado Madonna, el conductor de Uber me preguntó si quería pasar por delante y le dije que claro, que pasara por delante. En la ruta no paró de lanzar alabanzas a Madonna y a su “beautiful body”, también me dijo “it’s old, but for me, ok”. Me reí bastante. En cuanto a la casa de Madonna, debe estar de reformas, había como unos diez obreros sacando escombros sin parar.
Creo que las conversaciones entretenidas forman parte de esta ciudad. En el primer taxi que tomé en el aeropuerto el taxista parecía tener la necesidad de caer bien, me enseñó la plaza de toros, el estadio del Sporting, me dio papeles de descuento y la primera frase inspiradora: “Lisboa, good wine, good food and good weather”.

Mi próximo objetivo es decidir cual va a ser mi equipo favorito de la ciudad. Todos los lugareños con los que he hablado de esto me han desaconsejado el Benfica, al parecer levanta más odios que pasiones. Con lo cual me quedan Os Belenenses y el Sporting. Pero eso lo dejo para la semana que viene. Ahora me voy a dar un paseo a ver si encuentro al maldito gallo.

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Esta es la zona donde creo que está el gallo

En resumen, estoy bien, he caído de pie, todo resulta sencillo, hay mucho movimiento y a la vez mucha tranquilidad, resulta extraño y fascinante. Os seguiré informando. Un abrazo.

Antonio Romeo

Un Comentario

  1. Una pequeña corrección: En Portugal no manda el apellido de la madre. Cogemos nuestro último apellido que es el de nuestro padre, osea, igual que los españoles, apenas cambia el orden

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