ATANDO CABOS DE HORNOS

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Ayer en la feria del libro me compré las Fantásticas Aventuras de Tito y Tif. Es el primer relato largo en comic aparecido en España, lo realizó un dibujante de origen montisonense llamado Joaquín Xaudaró en la década de los 10 del siglo XX. Don Tito es el de la izquierda, su perro es Tif, y juntos corren un tropel de aventuras que se suceden sin parar, y creciendo exponencialmente en dificultad e inverosimilitud. El caso es que, cosas de la época, de vez en cuando en el cuento infantil se cuelan detalles que hoy nos parecen políticamente incorrectos, tanto en su consideración hacia negros y árabes, como en el trato hacia los animales; escenas bufas y desquiciantes que me hacen sonreír perversamente:

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Me he acordado de Black Bob, un tebeo de los años 40 sobre un perro pastor de las Highlands y su dueño, que compré en Edimburgo hace unos meses, y que ya os he enseñado aquí, queridos seguidores de En vez de nada. La conexión entre ambos comics la he establecido no sólo porque ambas parejas protagonistas estén compuestas de hombre y can, sino también por rasgos formales -las dos obras están conformadas por viñetas apaisadas que sirven para ilustrar amplios tramos de la historia- y por alguna que otra «sintonía ideológica»:

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Hay una de las aventuras de Black Bob que me llama especialmente la atención, ya que el malvado de turno tiene como esbirro a un gaucho (en plenas Highlands). Bob y su dueño se las ven y se las desean para vencer al astuto gaucho y sus boleadoras. Afortunadamente, al final de la historia terminan por darle su merecido al sudamericano.

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Hace unas semanas volví a acordarme de Black Bob y su historia con el gaucho. Fue cuando encontré casualmente en internet un artículo sobre los nativos de la Tierra de Fuego, los Ona, su mitología y sus ritos.

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Os recomiendo leer sobre la fascinante cosmogonía de este pueblo, que desapareció exterminado por los colonos ganaderos durante las primeras décadas del siglo XX. Al parecer algunos capataces sanguinarios los mataban por puro sadismo. Y curiosamente, estos capataces eran escoceses. Justo al revés que en Black Bob, los esbirros desalmados en la Tierra de Fuego, territorio chileno y argentino, fueron dos o tres escoceses provistos de un poco de autoridad y desprovistos de toda humanidad. Y ¿Sabéis? las fotos que os adjunto las tomó un misionero llamado Martín Gusinde aproximadamente en la misma época en que Joaquín Xaudaró andaba dibujando las aventuras del boticario Don Tito y su fiel perro Tif.

 

Javier Aquilué

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