El Otoño pasado escribí un post sobre decorar acercando y apoyando objetos diversos de la casa (https://envezdenada.com/2014/10/13/ur-sonata-de-otono/)
Hoy he recordado ese post, y he decidido enseñar a los sufridos lectores de nuestro blog la última composición de este tipo que, diremos, se ha formado en un estante de mi casa. Sé que es un placer subjetivo, una particular inclinación del gusto personal. Sin embargo, es un hábito que me resulta simpático, más cuando esta composición surgió de la necesidad de apartar de la mesa algunos objetos mientras preparaba una exposición, como una especie de residuo del pensamiento que aplico en mis obras, amerado de rigor. Me divierte este extenderse y componerse de los objetos, me intriga el breve y azaroso acuerdo entre desconocidos que parecen establecer, me sorprende su enigma de risa. Además, la piedra de amatista aparece en ambas composiciones; tendré que analizar el asunto.
El año pasado escribí:
«A veces, en épocas de tal concentración vírica en el lenguaje, resulta agradable, hasta purificador promover los flujos de sentido, mudos y escalofriantes como corrientes de aire, que se establecen entre objetos de la casa, en el refugio. Ordenarlos se parece más a componer música que a escribir poesía»
Me reafirmo en la propuesta. Pruébenlo alguna vez
Javier Aquilué
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