LA CANCIÓN DEL VERANO

frontal

A Francisco le obsesionaba controlar el hilo musical que iba a sonar en el instante de su muerte.

Se visualizaba a sí mismo desmayándose en la plaza del pueblo mientras la charanga contratada para las fiestas interpretaba una versión de “El Tiburón”.

Esa última imagen para el mundo le preocupaba bastante.

El pensamiento abarcó tanto espacio en su cerebro que hasta hizo una lista de canciones para que sonaran en ese momento.

Entre otras canciones incluyó “Beat on the Brat”, “Iron Lion Zion” o “Billy Jean”.

Aunque claro, una cosa es que hiciese la lista y otra afrontar el problema real del instante inesperado. Dio un barrido a lo que él conocía como todo el internet completo, en busca de algún aparato o tecnología que resolviese su encrucijada.

Tras varios meses de búsqueda resolvió que la mejor opción era una combinación de varios sistemas, un sistema de altavoces incorporados a la ropa, conectados a un mp3 y un listado de tarjetas en las que ponía la posible situación de la muerte y la canción que debía sonar, aparte de una pequeña guia de uso del aparato de mp3.
Así produjo instantes tan locos como: En caso de síncope por golpe de calor hacer sonar “Sloop John B”. En caso de muerte tras larga enfermedad “I will always love you”.

Modificó toda su ropa para incorporar los altavoces y todas las mañanas salía de casa con su soundsystem sobre los hombros y las tarjetas con las instrucciones en un bolsillo interior. Todos sus amigos, conocidos, la gente cercana en general se preocuparon y le dijeron si era necesario tanta parafernalia para un instante tan fugaz.

Él no escuchó, siguió con su nueva rutina y así continuó durante casi un año, hasta que llegaron las fiestas mayores de su ciudad.

Durante los primeros días de las fiestas no sucedió nada, Francisco continuó con su sistema de altavocía incorporado a la ropa, pero al tercer día se dió cuenta de que tenía casi toda su ropa sucia y la cabeza un tanto nublada, así que ignoró sus guías y creencias mentales, agarró un par de ropas antiguas, que no tenía modificadas, y se lanzó a la noche una vez más.

Nada podía salir mal, aunque claro, la juerga, el insomnio, las ganas de fiesta… unidas al alcohol y la noche, hicieron un cocktail que propició visualizar al Francisco más extrovertido y animado, la pista de baile era suya.

Entregó una versión desorbitada, incluso pareció olvidar esas dichosas tarjetas con situaciones de muerte, era una coreografía detrás de otra, pases, bailes, gritos, un no parar.

Hasta que llegó el apoteosis total, fue cuando sonó “Gagnam Style”, la típica canción que se pone de moda y dura varios veranos, la típica canción canción que Francisco odiaba para que sonase en el instante de su muerte pero tras tantos días habiendo recorrido ese todo el internet completo, pues… conocía su coreografía a la perfección.

Y a ello se lanzó, a demostrar sus conocimientos, hasta que pasada la mitad de la canción sufrió un colapso producto de varias noches de insomnio, alcohol + distintos tipos de drogas. Demasiados días de fiesta. Opacandastail.

Ahí quedó, largo en la plaza mayor mientras sonaba a todo volumen “Gangnam Style” mezclado con varios gritos de personas que le habían visto caer. Si esto fuese una película ahora vendría un plano cenital con Francisco tirado en el suelo.

En su listado de tarjetas para ese instante de colapso repentino estaba apuntada “El muerto vivo”.

Su familia generó un silencio alrededor de la canción que sonó en el instante de su muerte, insistieron en el mensaje de muerte repentina, producto del calor, un corte de digestión, la mala suerte… chico, que a veces toca.

Y que era muy buen chaval.

 

Antonio Romeo

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