Estamos rodando una película titulada Análisis de sangre azul. La noticia del día me ha pillado viendo pasar un rebaño de ovejas en la Bal de Chistau. Arancha, la directora de producción, ha bajado de la furgoneta y ha lanzado sonriente el pregón: Juan Carlos I abdica.
He recordado que el primer día de rodaje, allá por el mes de enero en la estación de Formigal, el ritmo de los acontecimientos se modificó porque el príncipe Felipe llegó hasta allí para esquiar. Quizá podáis imaginar el paquidérmico dispositivo que se organizó a su alrededor.
He recibido un whatsapp de Toño: «Han convocado manifestaciones en todas las ciudades para apoyar un proceso constituyente». Le he contestado que en Gistaín la cosa estaba muy parada. Aquí no se percibía absolutamente nada. Era como si la montaña, el valle o el río fueran impermeables a las decisiones del monarca. Los vecinos seguían a lo suyo como si la noticia fuese un eco lejano. El acontecimiento ha comenzado a parecerme un suceso más leve. Aún así, no he podido dejar de comentarlo intermitentemente durante las pausas del rodaje.
Tengo la sensación de que entre los miembros del equipo hay algo así como un espectro ideológico diverso. Uno de los actores ha planteado que lo más elegante sería que Felipe convocara un referéndum. ¿Monarquía parlamentaria o República semipresidencialista? Ésa era para él la cuestión.
Al terminar la jornada, he dado un pequeño paseo y he vuelto ha mirar la montaña mientras me fumaba un cigarro.
Orencio Boix.
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