Una mañana de Domingo en que llovía mucho, en otro flohmarkt de Hamburgo me encontré con una larga fila de álbumes de fotos. Eran aproximadamente cien años de imágenes de una misma familia perfectamente ordenados cronológicamente: la fila comenzaba con uno de finales del siglo XIX plagado de mostachos y pelos a cepillo, y terminaba con unas vacaciones en la Selva Negra o algún otro sitio de pinares y montañas a principios de los 80. Era desolador verlos en el suelo, sobre una lona plástica medio anegada por la lluvia. Como mi economía no me permitía llevármelos todos, ni siquiera un par, elegí uno casi al azar. En la portada una pegatina rezaba «Kinder Bilder 1946-1953».
El álbum cumple lo que promete: en él vemos crecer a dos hermanos rubiales -uno de ellos llamado Udo- en la Alemania de posguerra. En su mayoría es una sucesión de vacaciones en la playa y navidades bajo el abeto. Conocemos a los rígidos abuelos, al padre que fuma en pipa y a la madre que se retoca el escote del bañador con tinta negra en alguna que otra instantánea. También hay una prima mayor, alguna rabieta de los críos, bolazos de nieve… Siete años que pasan en un vuelo, como a veces ocurre en la realidad; siete años en la Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial, y nadie lo diría.
Javier Aquilué
envezdenada 
Fantásticas fotos. Me encantan.