Ilya Repin: No lo esperaban (1880)
Este fin de semana escuché de nuevo el tema “Farwell Farewell” de Fairport Convention y lo identifiqué, una vez más, con ciertas canciones escritas desde una posición a mi juicio ambivalente, que me interesa mucho. Suelen estar escritos en primera persona, y definen circunstancias adversas para el protagonista, que le llevan a formular ciertos compromisos consigo mismo, a dibujarse unos parámetros sobre quién es para superar esa adversidad en el futuro. En el caso de “Farwell Farewell” se nos expone la situación, tan común en el folklore, de quien tiene que emigrar, exiliarse, desarraigarse. Ante ello el protagonista se afirma en sus lazos con el hogar y la familia, cuyo recuerdo será el sustento afectivo ante el inhóspito futuro en el mundo exterior e implícitamente, el motor de su seguro regreso.
Lo que más me interesa y emociona en este tipo de canciones –reconozco estar siendo totalmente subjetivo- es que su halo melancólico parece no provenir exclusivamente de lo que se nos dice sino, incluso con más intensidad, de lo que se nos deja por decir, esto es: la fragilidad de la identidad ante los embates de las circunstancias externas y el paso del tiempo. Me parece percibir sobe todo, el presentimiento de que todos esos compromisos se erosionarán en fricción con los avatares de la vida y no podrán cumplirse. Reconozco en ellas no tanto la rabia por el obligado cambio de circunstancias del presente, sino también una amarga queja por el presentido cambio que, a pesar de los pesares, se operará en la voz protagonista. Me gustan estas canciones porque en ellas palpita una inestabilidad poco común, tan acostumbrados como estamos a creer en las canciones como valores rotundos, inamovibles y aislados.
Estos días, los miembros de Kiev cuando nieva estamos repasando nuestro cancionero, ya que estamos preparando un concierto. Ayer mismo reparé en que nuestro tema “La Carga” podría considerarse un intento de componer uno de estos temas.
Javier Aquilué