LOS PASAJEROS

chinodormido copy

Un vagón de tren. Nieva a nuestro paso por Peñaranda de Bracamonte.

Un grupo de cuatro militares rubios, rapados, sonrojados y sobre todo redondos. Cabeza redonda, mirada redonda, cuerpos redondos y dedos redondos. Preparados para rodar.

Están callados. Uno de ellos mira en su ordenador portátil una serie de la cadena Fox que no llego a identificar. Militar-pirata.

Pasa un revisor patilludo y fondón que busca a Rafael Prieto. Su manera de decir Rafael Prieto se antoja un himno, una invocación. Continúa hacia otro vagón.

Un anciano lee el diario El Adelanto. A su lado un chino está durmiendo. Lleva una camiseta de manga larga, serigrafiada con las palabras Falun Gong.

Más cerca, un grupo de estudiantes Erasmus que se saben los últimos de una estirpe. Son una pareja de  ingleses y una chica francesa. El inglés, trata de decir que estudia en “Brasia”… la francesa entiende que en Brasil y yo desde la distancia creo comprender que en Francia. Finalmente resulta que es Valencia. Achacan la confusión a su mal acento.

-¿Rafael Prieto?

El revisor patilludo y fondón ha vuelto. No me había fijado que de tan mal que le ajusta el traje, le sienta francamente bien.

-¿Rafael Prieto?

El chico inglés se siente interpelado:

– ¿Perdón?

– ¿Rafael Prieto?

– Lo siento. No entiendo.

El revisor derrama una mirada de odio. Siento el miedo del inglés  que es el mío también. El revisor se da la vuelta, y detiene con un golpe de trackcpad la serie de la Fox que miraba el militar. Sus tres compañeros sonríen.

-¿Rafael Prieto?

El militar se despoja de lo auriculares desafiante.

– ¿Perdón?

– ¿Rafael Prieto?

– No y haga el favor de tener un poco de educación.

El revisor se gira de nuevo y se acerca al anciano que lee El Adelanto.

-¿Rafael Prieto?

El anciano no hace ademán de bajar el diario. Quizá esté sordo, me pregunto.

-¿Rafael Prieto?

El anciano aparta por fin el periódico y espeta al revisor:

– Rafael, no seas impertinente. ¿No te das cuentas de que estás molestando?

El revisor agacha la cabeza y se marcha hacia otro vagón.

El anciano durante un instante se refugia de nuevo tras el periódico  pero enseguida vuelve a descubrir su rostro como si todavía le quedara una cuenta pendiente. Mira al joven estudiante inglés y le dice:

– He was hired because tax deductibility.

Creo que el chico inglés no le comprende pero le sonríe.

– Próxima estación: Salamanca. Fin de destino.

El chino se despierta.

Orencio Boix.

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