Pensar sobre las vacaciones de vacaciones, cimentar su sentido justo entonces, se antoja un ejercicio disfuncional y contrario a la lógica periódica.
El filósofo que piensa en vacaciones, no está de vacaciones.
GRABACIÓN DE CAMPO:
– Los filósofos piensan siempre. No entienden de lunes o de fines de semana.
– Pues más les valdría parar.
STOP.
Parar. Producir nada para los demás y también para uno mismo. Ese es un marco-futuro en el que encuadrar toda dialéctica convenial.
No se trata pues de disfrutar del ocio, ni siquiera de estar desocupado y buscar el encuentro con uno mismo para abrir un tiempo de reflexiones o propósitos de enmienda. Ese es un procedimiento vacacional de primer orden. Se refiere, más bien, a otra clase de predicado en el que la acción de cualquier tipo es expulsada. Un espacio sin hechos, un śūnyatā, una nada silenciosa apresada como el agua en un pantano. Un trabajo más duro, una lógica sin forma, como de rey cansado.
Y no, tampoco produce monstruos, de eso quizá ya se ocupe el otro.
Orencio Boix.